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Yo alumno, yo arquitecto / I am a student, I am an architect

  • Foto del escritor: Oscar Fuentes Arquitectos
    Oscar Fuentes Arquitectos
  • 20 ene 2021
  • 9 Min. de lectura

Actualizado: 21 oct

Por Oscar Fuentes

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Tomé la decisión de estudiar arquitectura muy pronto y por razones que me son esquivas: no había en mi familia ningún arquitecto, y al único que escuché definirse como tal para cuando lo decidí era un personaje de ficción, David Vincent (de la serie Los invasores, como muchos recordarán). Por lo que me gusta creer que él es la razón de mí decisión, ya que es el único arquitecto al que se puede definir como verdaderamente heroico.

Como estuve convencido de mi futura profesión desde muy chico creí que lo mejor era estudiar un secundario técnico, y así llegué a la facultad como Maestro Mayor de Obras. Nunca tuve claro si esto me ayudó o no en la carrera, pero sí creo que fue importante ya que me acercó a lecturas de arquitectura que fueron decisivas para mí a una edad temprana. Leer Hacia una arquitectura a los quince años tuvo tal impacto en mí que nada fue igual a partir de ahí.

La fecha de entrada a la facultad fue también algo determinante. En el año 1979 yo estaba todavía en el servicio militar y la facultad de la dictadura era muy fuerte no solo en el perfil sesgado de la formación sino especialmente por el clima represivo. Con respecto al perfil, la formación fundamentalmente técnica que se impartía por aquel año reforzó ciertos gustos que traía de mi secundario. El simposio de prefabricación de una semana completa que se dictó en el ’79 marcó ciertos intereses que me duran hasta hoy. La experiencia que recuerdo de aquellos años era la de encontrar más curiosidad e intereses intelectuales en mis compañeros que en mis profesores. Esto también hizo que buscara fuera de la facultad toda experiencia de aprendizaje posible. La crisis económica de los primeros ´80 hizo que esto no fuera posible encontrarlo en estudios de arquitectura.

La expectativa en 1982 de la vuelta de la democracia y de mejores profesores hizo que dejara algunas materias en 1983 para así pude cursar con el arquitecto que más me interesaba en aquel momento: Tony Diaz. Yo ya lo conocía ya que había pasado en un concurso por su estudio y cursar Diseño Arquitectónico 4 con él en 1984 me permitió no solo tener una experiencia intensa de aprendizaje en la facultad sino también trabajar en su estudio de forma permanente y pasar lo que considero el momento más formativo para mí de aquellos años. El clima de debate y discusión de arquitectura en ese departamento de Diagonal Norte marcó en mí ciertos intereses y búsquedas que me siguen hasta hoy.

La salida de la facultad fue bastante traumática para mí, no eran años en los que hubiera oferta local de postgrados, muchos compañeros se iban del país y no había un clima en el que fuera sencillo insertarse profesionalmente. Así que pasé algunos años con trabajos que no me satisfacían. Hasta que después de un par de años intenté ver si podía encontrar un ámbito en el estudiar fuera del país. Recorrí Universidades gracias a amigos que estaban estudiando fuera del país, pero la falta de oferta de becas y mis nulos recursos económicos hicieron que me decidiera –de una forma irresponsable- independizarme. Los primeros años fueron de trabajos absolutamente menores y de simple subsistencia, pero una oportunidad surgida gracias a un compañero me permitieron llevar adelante la que fue mi primer obra: la Fundación Banco Patricios, el reciclaje de la original Casa Moussion, un edificio de Hugé y Colmegna de 1912 en la esquina de Callao y Sarmiento. Un centro cultural de 6000 M2 con salas de exposición, teatros, micro-cine, bar, oficinas y todo lo necesario para una institución cultural privada. Esta experiencia se superpuso con otra de carácter más extraño pero que tiene que ver con mi primera formación: un trabajo de diseño industrial para una empresa de iluminación muy importante por aquellos años, Luxsa. La invitación de parte del dueño de esta empresa a diseñar un sistema completo de baja tensión revivió ciertos intereses técnicos muy específicos que yo tenía y no solo fueron una experiencia en si misma muy importante (el trabajo en equipo con personas con saberes muy técnicos, la extrema precisión en las definiciones) sino que pudo combinarse con la obra de la Fundación ya que el primer prototipo de los diseños del sistema de iluminación se hicieron para el centro cultural. Estas dos experiencias que corrieron en paralelo durante cuatro años fueron muy importantes en mi trabajo posterior y fueron llevadas adelante en el marco de trabajo de estudio con dos compañeros de estudios que se completó con varias obras y sobre todo una que es una de las más grandes hechas por mi hasta ahora, el Dock 8 de Puerto Madero. Esta obra fue muy importante por diversas razones, el tamaño y complejidad de la obra, el trabajo con otros tres estudios de gran experiencia me dieron una gran perspectiva de que quería y no para mi desarrollo profesional. La decisión posterior de llevar adelante mi carrera profesional solo, sin sociedades fijas, fue clara consecuencia del clima de trabajo que vi en esta obra, donde las decisiones eran más resultado de una negociación entre las partes que de una opción técnica o estética. La elección de trabajar solo fue la decisión de tratar de encontrar las obras con las que me sintiera cómodo y construir el vínculo con los comitentes que yo pudiera lograr para llevar adelante lo mejor posible las obras. Fue así que fui construyendo pequeñas obras, logrando ganar algunos concursos que redundaron en contratos e invitaciones cada vez más interesantes o al menos concordantes con mis intereses. Así llevar adelante el Parque Central de Mendoza (con Daniel Becker y Claudio Ferrari) gracias a un concurso o el Parque Hipólito Yrigoyen de Rosario (con Mariel Suarez, Rafael Iglesia y Pedro Aybar) gracias a una invitación a partir de la experiencia del primer parque, fueron dos experiencias profesionales –por su escala, carácter público y temático- extremadamente importantes en mi trabajo posterior. También son muy especiales en mi trabajo ya que son las dos únicas obras públicas que llegué a realizar.

Este año se cumplen 30 años de mi egreso de la FADU, conseguí tener continuidad en mi estudio, mi trabajo es por suerte variado en escalas pero quizá no en temáticas, trabajo para poder acceder a encargos diferentes evitando la especialización a la que pareciera que todo el resto del mundo quiere llevar a los profesionales. El desarrollo de vivienda en diferentes densidades es el modo más sencillo de acceder a la obra propia y no es fácil salir de esa lógica.

Finalmente debo decir que este desarrollo más específicamente profesional lo crucé con la búsqueda de construir un ámbito cultural específicamente arquitectónico desde mi práctica. La participación en grupos de debate y organización de actividades, donde el más conocido fue Paralelo 35 (con Ana de Brea, Luis Bruno, Fabián De la Fuente, Claudio Ferrari, Pablo Ferreiro, Adrián Sebastián y Marcelo Vila), la participación como colaborador permanente en revistas de arquitectura (1 en 100) y de cultura general (Otra Parte) o mi trabajo de 10 años en la organización de un espacio dedicado a la arquitectura en la Universidad Torcuato DiTella (primero en el CEAC, luego los Postgrados y finalmente en la organización de la Escuela de Grado) son parte inescindible de mi práctica profesional.


*En De alumnos y arquitectos. DAR (Dirección de archivos de arquitectura y diseño argentinos). Una historia de la enseñanza de la arquitectura a través de sus protagonistas. 1930-2000. UBA, Fadu. 2018.



***


I made the decision to study architecture very early on, and for reasons that elude me: there were no architects in my family, and the only one I heard define himself as such at the time I decided was a fictional character, David Vincent (from the TV series The Invaders, as many will remember). So I like to believe he is the reason for my decision, as he is the only architect who can be defined as truly heroic.


Because I was convinced of my future profession from a very young age, I believed the best course of study was to study at a technical secondary school, and that's how I ended up at university as a Master Builder. I was never sure whether this helped me or not in my studies, but I do believe it was important, as it exposed me to architectural readings that were decisive for me at an early age. Reading Towards an Architecture at the age of fifteen had such an impact on me that nothing was the same from then on.


The date I entered university was also a determining factor. In 1979, I was still in military service, and the dictatorship's faculty was very strong, not only in terms of the biased training profile but especially due to the repressive climate. Regarding my background, the primarily technical training offered that year reinforced certain interests I had brought from high school. The week-long prefabrication symposium held in '79 shaped certain interests that endure to this day. The experience I remember from those years was finding more curiosity and intellectual interests in my classmates than in my professors. This also led me to seek out any possible learning experience outside of college. The economic crisis of the early '80s made this impossible to find in architectural firms.


The expectation in 1982 of the return of democracy and better professors led me to drop some courses in 1983 so I could study with the architect who most interested me at the time: Tony Diaz. I already knew him, having entered a competition at his studio. Studying Architectural Design 4 with him in 1984 not only allowed me to have an intense learning experience at the faculty, but also to work in his studio permanently, experiencing what I consider the most formative time for me during those years. The climate of debate and discussion about architecture in that apartment on Diagonal Norte shaped certain interests and pursuits that continue to this day.


Leaving college was quite traumatic for me. These weren't the years in which there were local postgraduate programs, many of my classmates were leaving the country, and the climate wasn't easy to find a career. So I spent a few years working jobs that didn't satisfy me. After a couple of years, I tried to see if I could find a place to study abroad. I visited universities thanks to friends who were studying abroad, but the lack of scholarships and my limited financial resources led me to the irresponsible decision to become independent. The first few years were filled with menial jobs and simple subsistence, but an opportunity presented by a classmate allowed me to pursue what was my first project: the Banco Patricios Foundation, the renovation of the original Casa Moussion, a 1912 building by Hugé and Colmegna on the corner of Callao and Sarmiento streets. A 6,000 m2 cultural center with exhibition halls, theaters, a micro-cinema, a bar, offices, and everything necessary for a private cultural institution. This experience overlapped with another, more unusual experience, but one that had something to do with my early training: an industrial design project for Luxsa, a very important lighting company at the time. The invitation from the owner of this company to design a complete low-voltage system revived certain very specific technical interests I had. Not only was this experience a very important one in itself (teamwork with people with highly technical knowledge, extreme precision in definitions), but it was also able to be combined with the Foundation's work, as the first prototype of the lighting system designs were made for the cultural center. These two experiences, which ran parallel for four years, were very important in my subsequent work and were carried out within the framework of a studio project with two classmates, which resulted in several projects, especially one that is one of my largest to date: Dock 8 in Puerto Madero. This project was very important for several reasons: the size and complexity of the project, and working with three other highly experienced studios gave me a great perspective on what I wanted and didn't want for my professional development. The subsequent decision to pursue my professional career alone, without permanent partnerships, was a clear consequence of the work environment I saw at this project, where decisions were more the result of negotiation between the parties than a technical or aesthetic choice. The choice to work alone was a decision to try to find projects I felt comfortable with and to build the relationships with the clients I could secure to successfully complete them. Thus, I gradually built small projects, managing to win several competitions that resulted in contracts and invitations that were increasingly interesting, or at least aligned with my interests. Thus, carrying out Mendoza's Central Park (with Daniel Becker and Claudio Ferrari) thanks to a competition, and Rosario's Hipólito Yrigoyen Park (with Mariel Suarez, Rafael Iglesia, and Pedro Aybar) thanks to an invitation based on the experience of the first park, were two professional experiences—due to their scale, public nature, and thematic nature—extremely important in my subsequent work. They are also very special in my work as they are the only two public works I have ever completed.


This year marks 30 years since I graduated from FADU (Faculty of Architecture and Design). I have managed to maintain continuity in my studio. Fortunately, my work is varied in scale, but perhaps not in themes. I work to access different commissions, avoiding the specialization that everyone else seems to want to lead professionals to. Developing housing at different densities is the easiest way to access one's own work, and it is not easy to break away from that logic.


Finally, I must say that this more specifically professional development intersected with the pursuit of building a specifically architectural cultural environment through my practice. Participation in discussion groups and organization of activities, where the most well-known was Paralelo 35 (with Ana de Brea, Luis Bruno, Fabián De la Fuente, Claudio Ferrari, Pablo Ferreiro, Adrián Sebastián and Marcelo Vila), participation as a permanent contributor to architecture magazines (1:100) and general culture (Otra Parte) or my 10 years of work in the organization of a space dedicated to architecture at the Torcuato DiTella University (first in the CEAC, then the Postgraduate courses and finally in the organization of the Undergraduate School) are an inseparable part of my professional practice.

Translated with the aid of Google Translate

 
 
 

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