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Foto del escritorOscar Fuentes Arquitectos

Javier Corvalán y cierta tendencia contemporánea / Javier Corvalán and a certain contemporary trend

Actualizado: 11 abr

Por Oscar Fuentes


A lo largo del Siglo XX hemos visto muchas búsquedas de arquitectos en las cuales una definición constructiva constituía la decisión central de un proyecto, dejando que otros aspectos de la obra se subordinen a esta. Según este modo de trabajar, se confiaba en que el rigor de la definición constructiva equivalía al rigor de la obra. De esta manera, otros aspectos de las obras (distribución, carácter, etc.), serían subsidiarios de esta definición.

En algunos casos, algunos arquitectos (e incluso ingenieros), dedicaban su vida a investigar ciertas técnicas y materiales y sus obras eran un campo de aplicación para sus avances constructivos y tecnológicos, llegando algunos incluso a gestionar patentes, entrando de ese modo completamente en el campo de la industria. También presentando sus desarrollos en congresos y simposios de ingeniería y construcción, ocupando de esta manera claramente un espacio de perfil científico.

Ya en la década del ’20 desde la revista ABC se ejercía la crítica de obras de arquitectura comparándolas por el peso u otros datos cuantificables. El caso de Eladio Dieste constituye un gran ejemplo de búsqueda sistemática (son numerosas las patentes presentadas por él) y las investigaciones de Buckminster Fuller para los marines norteamericanos ya constituyen un caso más tecnocrático de este perfil, más allá de la paradoja de que los grupos hippies tomaran sus investigaciones para la construcción de sus comunidades. Pero estos ejemplos son solo unos pocos de una genealogía muy amplia (que por supuesto incluye al mismo Catalano que tenemos en otra sección de esta revista).

Pero lo que sí puede decirse es que estas búsquedas se apoyaban fuertemente en el rigor técnico de las propuestas y que si bien no carecían de aspiraciones expresivas, eran defendidas principalmente por su carácter (supuestamente) objetivo. Cuando uno escuchaba a sus autores, estas obras aparecían como la opción superadora a toda otra, no solo como una opción personal.

En los últimos años, y luego del retroceso postmoderno, donde este modo de trabajar fue sostenido por unos pocos (en los que Paulo Mendes da Rocha es el caso más notable), han aparecido ya muchos arquitectos, cuya obra parte de una potente opción constructiva, donde la definición matérica de la obra se convierte (al decir de Helio Piñón) en la legalidad interna de la obra, pero donde ya no hay aspiración de universalidad. En cada caso los autores ven la decisión constructiva elegida como su opción, de hecho la crítica acompaña este modo de producción poniendo especial énfasis en una definición autoral. Más allá de que vemos investigaciones y búsquedas muy rigurosas, ya los discursos abandonaron la pretensión de ocupar un lugar en la industria, ni que hablar de ocuparlo en la ciencia (por supuesto siempre hay excepciones, existió Bruce Goff, existe Shigeru Ban, de lo que hablo es de un clima de época).

Incluso al escuchar los discursos para explicar estas obras, estos se apoyan en filósofos, escritores o artistas plásticos. Así Deleuze, Benjamin, Borges o Richard Serra ocuparán el lugar que antes ocupaban las verificaciones técnicas o económicas.

Y puede ser que sea correcto este cambio. La industria de la construcción claramente prefiere los caminos más sencillos y repetitivos dejando poco lugar a búsquedas verdaderamente innovadoras. Y donde si hay innovación, los nuevos productos ofrecidos por la industria presentan ya una estética estereotipada por definición. Las obras construidas con estos productos corren el grave riesgo de parecerse.

Y es por eso que esta tendencia prefiere las técnicas constructivas y materiales más artesanales o los productos industriales usados de una manera no prevista por sus fabricantes. La industria de la construcción parece cerrar caminos y estos arquitectos aspiran a abrirlos corriéndose hacia búsquedas constructivas alternativas.

Este es claramente el camino elegido por Javier Corvalán. Sus obras intentan construir su propio rigor a partir de definiciones constructivas particulares. De hecho se encuentran más elementos tipológicos en la organización funcional de sus obras que en los aspectos tecnológicos, los cuales aparecen con una carga expresiva muy potente que se convierte en la centralidad de su obra. Se percibe siempre una primera vocación por el desafío constructivo que definirá la obra, por sobre los aspectos de orden distributivo que se desarrollan con una placidez que no comparte su materialidad.

Por ahora los programas que enfrentó JC son pequeños, es de esperar su respuesta a problemas más complejos. Pero sí se percibe –en toda escala- una centralidad en los aspectos expresivo-constructivos. Un portón puede convertirse en un complejo sistema de cierre. Una simple cubierta, casi en un desafío a todos los temores de cualquier arquitecto. JC se interesa por soluciones fuera de la norma y con materiales fuera de todo catálogo para satisfacer una fruición creativa muy particular. Así puede usar pallets de madera, chapas viejas, ladrillos huecos dejados a la vista, etc., encontrando cada uno de estos elementos un lugar protagónico, muy ajeno a su carácter aislado.

JC parece establecer con sus obras una relación de tipo personal, y es de esperar que su futura producción amplíe nuestro horizonte, tanto o más como otros actores nos lo cierran.



​*En Revista 1:100 número 34, septiembre 2011, pp 55-56.


***



During the XXth century, we have seen many searches of architects wherein a constructive definition made up the core decision of a project, causing other aspects of the site to be subordinated to it. According to this form of work, it was believed that the severity of the constructive definition was equal to the severity of the site. In this manner, other aspects of sites (distribution, character, etc.) would be subsidiaries of this definition.

 

In many cases, some architects (and even engineers) devoted their life to investigate certain techniques and materials, and their sites were a field of application for their constructive and technological progress. Some of them even managed to handle patents, thus fully engaging in the industry field. They also present their developments in engineering and construction conferences and symposiums, thus clearly occupying a scientific profile space.

 

Even in the twenties from the ABC magazine, the works of architecture were criticized by comparing them by the weight or other quantifiable data. The case of Eladio Dieste is a great example of systematic search (the patents submitted by it are numerous) and the investigations of Buckminster Fuller for American marines have already constituted a more technocratic case of this profile, beyond the paradox that the hippies groups take their investigations for the construction of their communities. For these examples, they are only a few of a very broad genealogy (which of course includes the same Catalano which we have in other section of this magazine.)

 

But what should be mentioned is that these searches were strongly supported as regards the technical severity of suggestions and while they lacked expressive aspirations they were mainly defended because of their (supposedly) objective character. When we listen to their authors, these works seemed as the option overcoming any other, not only as a personal option.

 

In the last years, and after the post-modern set-back, wherein this form of work was upheld by a few (from whom Paulo Mendes da Rocha is the most notable case), many architects have already appeared, whose work is started from a powerful constructive option, where the materic definition of work is turned into (as stated by Helio Piñón) the internal work legality, but where there is no aspiration for universality. In each case, authors see the constructive decision chosen as their option. In fact, critics accompany this manner of production, putting special emphasis on an author definition. Although we notice that there are very strict investigations and searches, the speeches have already abandoned the intention to occupy a place in the industry, even less considering to occupy it in science (there are always exceptions, Bruce Goff existed, Shigeru Ban exists; I am talking about a time period climax.)

 

Even by hearing the speeches to explain these works, these are supported by philosophers, writers or plastic artists. Therefore, Deleuze, Benjamin, Borges or Richard Serra shall occupy the place previously occupied by the technical or economic checks. And this change might be correct. The building industry clearly prefers the simplest and repetitive paths, leaving little space for truly innovating searches. And where innovation takes place, the new products offered by the industry already feature an aesthetic stereotyped by definition. The sites constructed with these products are highly likely to be alike.

 

And as a result, this trend prefers the most home-made materials and constructive techniques or the industrial products used in a manner not foreseen by their manufacturers. The building industry seems to close paths and these architects intend to open them looking for alternative constructive searches.

 

This is clearly the path chosen by Javier Corvalán. His works seek to build his own severity based on particular constructive definitions. In fact, there are more typological elements in the functional organization of his works which from many technological aspects, which appear with a very powerful expressive charge which turns into the central part of its work. A first vocation for the constructive challenge which will define the work is always perceived, over the distributive-order aspects which are developed with a tranquility not sharing their materiality.

 

The programs currently carried out by JC are small; its response to more complex issues is to be issued. But a centrality in expressive-constructive aspects is indeed perceived –in full scale-. A gate may turn into a complex closing system. A simple cover, almost a challenge to all fears of any architect. JC is interested in solutions not complying with the rule and using materials not appearing in any catalog in order to meet a very particular creative delight. Therefore, you may use wood pallets, old sheets, and empty bricks left on sight, etc., with each of these elements finding a leading place, very close to its isolated character.

 

JC seems to establish, with its works, a personal-type relationship, and its future production is expected to widen our horizon, as much or more than other participants close to us.



Translated by Josefina Lasheras





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