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  • Foto del escritorOscar Fuentes Arquitectos

Escuela de los Sindicatos Alemanes de Hannes Meyer y Hans Wittwer, 1928 / German Trade Union School

Actualizado: 12 abr

Por Oscar Fuentes


Un par de años después de haber perdido el concurso de la Peterschule y casi simultáneamente con su nombramiento como director de la Bauhaus, Hannes Meyer participó en un concurso por invitación para la construcción de la Escuela de los Sindicatos alemanes en Bernau. Entre los cinco equipos invitados se encontraban (además de Meyer-Wittwer) los de Max Taut , Max Berg, Aloys Klement y Willy Ludewig. El jurado tenía el máximo nivel: Heinrich Tessenow, Adolf Behne y Martin Wagner.

El programa pedía espacios para una serie de actividades de muy distinto orden y tamaño: habitaciones para los alumnos, comedores, aulas, talleres, gimnasio, piscina y otros. No había ninguna demanda de representación y el proyecto debía desarrollarse en un amplio terreno con un suave declive, rodeado de abetos y con un lago en el centro.

La propuesta de Hannes Meyer y Hans Wittwer sorprendió porque a diferencia de las presentaciones de sus competidores, no trató de forzar los espacios para lograr un carácter unitario (que terminaba siendo innecesario tanto por el tema como por la locación) y se concentró (según la memoria que presentaron al concurso) mas en mostrar cómo se organizaba una comunidad que un conjunto edilicio, además de desarrollar una innovadora preocupación por el funcionamiento del edificio como un organismo, lo que los llevó a desarrollar diagramas y esquemas que mostraban la eficiencia térmica de su propuesta (aunque algún especialista contemporáneo les podría criticar el exceso de perímetro).

El planteo de conjunto del edificio es sumamente innovador. La simpleza con la que desarrollan en el terreno los diferentes cuerpos en los que divide el programa -eligiendo para cada uno de ellos la forma más eficiente-les permite que tanto cada uno de estos, como la circulación que los une, mantengan una relación óptima con el entorno. Incluso sorprende la pertinencia con que eligen para cada uno de los cuerpos una técnica constructiva diferente: estructura metálica para la calle-corredor, pórtico de hormigón y vidrio para el comedor, gimnasio y piscina, simple estructura trilítica de hormigón y ladrillos para los dormitorios. El edificio se desarrolla en el suave declive del terreno sin imposiciones, la geometría con la que se organiza el conjunto le otorga la libertad de ir haciendo que el edificio ascienda y descienda sin imponer al sitio un orden propio. La resolución de los detalles es también sumamente pertinente: un tratamiento muy simple, con exhibición de las instalaciones y estructuras, más propios en ese momento de instalaciones fabriles que de instituciones de enseñanza. La gracia con la que se resuelven detalles constructivos como las ventanas de las escaleras o el comedor, siguen sorprendiendo todavía hoy.

El carácter del edificio varía según los distintos cuerpos en los que se articula: pesada fábrica de ladrillos en los dormitorios, liviana y transparente estructura metálica en la calle-corredor, musculosa estructura de hormigón en los espacios sociales (gimnasio, piscina y comedor). Cada sector encuentra su tono y todos los espacios muestran una relación propia con el entorno circundante, ya que la organización de la planta de conjunto le permite a cada una de las secciones establecer una relación particular, ya sea con el bosque, con el lago, o con ambos.

El edificio sorprende además como un claro ejemplo de Neobrutalismo avant la letre. Cuando uno verifica que fue construido 20 años antes que la Hunstanton School (considerada la obra inicial del movimiento, construida por Peter y Alison Smithson entre 1948 y 1954) sorprende la nula referencia a esta de parte de los neobrutalistas -teniendo en cuenta el interés que estos tenían por encontrar antecedentes a sus propuestas. La obra de Meyer-Wittwer cumple con todos los principios del movimiento neobrutalista: legibilidad de la planta, clara exhibición de la estructura y valoración de los materiales por sus cualidades inherentes usados as found. Incluso Meyer-Wittwer usan el material que se volvería fetiche de los neobrutalistas: el hormigón visto. Pero aún más notablemente, la memoria del proyecto presentada al concurso (que mostraba su preocupación en construir una comunidad antes que un edificio) parecía adelantar las palabras que más tarde usarían Peter y Alison Smithson en su presentación del movimiento neobrutalista en las páginas del Architectural Design en 1955: “Consideramos la arquitectura como el resultado directo de un modo de vida”.

Porque si una de las aspiraciones de los neobrutalistas era captar algo de la calda vita de las calles tradicionales de los barrios populares en sus proyectos (usándola incluso en altura en los conjuntos de vivienda), ¿qué otra cosa hacían Meyer-Wittwer con el corredor que une el conjunto de su proyecto? Incluso la sensibilidad por el tipo de detalle de obra gruesa y fabril es también adelanto de lo que llevaría adelante hasta el hartazgo el neobrutalismo. Y si la aspiración máxima de los neobrutalistas era “alcanzar relaciones emotivas con materiales en bruto” , no otro parece ser el logro de la obra de Hannes-Wittwer: el ajuste con el que unen estructuras de hormigón, acero, vidrio, ladrillo con detalles de matriz fabril, en perfecta armonía con el bosque de abetos y el lago. Una obra de 1928 había alcanzado los ideales que tanto costaban encontrar en las obras de un movimiento nacido un cuarto de siglo después, que no solo dominaría la escena por los siguientes 25 años, sino que aún hoy encontramos que algunas de sus aspiraciones son vistas por muchos como si fueran condición sine qua non de la buena arquitectura, funcionando para casi como el fetiche de estos tiempos. Porque parte de la estética neobrutalista (por no creer que lo que se aspira es a su ética, sobre todo si participamos de la duda de Reyner Banham) es seguida hoy por muchos que ignoran que siguen una tradición iniciada por esta obra de Meyer-Wittwer: en 1928 Le Corbusier aun no había comenzado a usar los materiales en bruto, práctica que los neobrutalistas tomarían como inspiración conciente.

La escuela de Meyer-Wittwer nunca alcanzó el reconocimiento que debería haber tenido no solo por la ceguera de teóricos e historiadores (aunque si hacemos caso a las palabras de Arnold Schönberg en su discusión con Mann y Adorno, nunca deberíamos esperarlo), sino porque su historia fue tan trágica como la historia del Siglo XX europeo. A tres años de inaugurada, fue confiscada por el gobierno nazi que la destinó a centro de entrenamiento de las SS, luego de la guerra fue cercada por las autoridades de la hoy extinta República Democrática Alemana para usos secretos, hasta que luego de la re-unificación alemana, reapareciera (no sin un intento de demolición frenado a tiempo) para poder hoy aspirar a encontrar una valoración justa a sus valores históricos y arquitectónicos.


*En Revista 1:100 número 46, noviembre 2013, pp 74-79.


***



A couple of years after having lost Peterschule contest and almost simultaneously with his appointment as Director of Bauhaus, Hannes Meyer took part in a contest invited to build the German Trade Union School in Bernau. Among the five invited teams were (besides Meyer-Wittwer) Max Taut , Max Berg, Aloys Klement and Willy Ludewig. The jury was first-class: Heinrich Tessenow, Adolf Behne and Martin Wagner.

The program requested spaces for a series of very different activities in terms of order and size: rooms for students, dining rooms, classrooms, workshops, gym, pool and others. There was no demand of representation and the project had to be developed in a large land with a slight slope, surrounded by firs and a lake in the middle.


Hannes Meyer and Hans Wittwer proposal was surprising because, unlike their competitors' presentatins, it did not try to force spaces to get a unique character (which eventually was unnecessary, whether for the subject as well as for the location) and concentrated (according to the memo submitted at the contest) on showing how a community was organized more than a set of buildings, apart from developing a new worry for the operation of the building as an entity. As a consequence, they developed diagrams and sketches showing the thermal efficiency of their proposal (event though a contemporary specialist may criticize the perimetry excess).

The layout of the building set is highly innovative. The simplicity through which the different bodies comprising the program develop into ground - choosing for each the most efficient manner enabling an optimal relationship with the surroundings, as well as the circulation binding them. It is also surprising the appropriateness whereby a different building technique is chosen for each body: metallic structure for street-corridor, concrete and glass gate for dining-room, gym and pool, simple trilithic structure of concrete and brick for bedrooms. The building is developed in a slight slope of land with no impositions, the geometry used to organize the set enables the building go up and down without imposing a typical order to the site. Resolution of details is also highly pertinent: a very simple treatment, showing facilities and structures, typical in that time of manufacturing facilities than teaching institutions. The grace used to solve constructive details such as windows in stairs or dining-room, are still surprising.


The building character varies according to the different bodies in which it is articulated: heavy factory of bricks in bedrooms, light and clear metallic structure in street-corridor, big concrete structure in social spaces (gym, pool and dining-room). Each sector finds its tone and all spaces show a relation of its own with the surroundings, as the plant organization as a whole enables each section to establish a particular relationship, whether with the forest, the lake, or both.


The building is also surprising as a clear example of Neo-Brutalist  avant la letre. When we verify that it was built 20 years before Hunstanton School (considered the initial work of the movement, built by Peter and Alison Smithson between 1948 and 1954) it is surprising to see the void reference to it from Neo-Brutalists, taking into consideration how interested they were to find background information for their proposals. Meyer-Wittwer work complies with all principles of the Neo-Brutalist movement: ground legibility, clear exhibition of structure and valuation of material for inherent qualities used as found. Even Meyer-Wittwer use the material that would turn into a fetish among Neo-Brutalists: exposed concrete.  But even more notably, the project memory submitted to the contest (that showed its concern to build a community before a building) seemed to advance the words that would later be used by Peter and Alison Smithson in the Neo-Brutalist movement presentation in the pages of Architectural Design in 1955: “We consider architecture the direct result of a way of living”. 


Because if one of Neo-Brutalists aspirations was to understand something of calda vita of the traditional streets in popular neighborhoods in their projects (using it even in heights in housing sets), what other thing did Meyer-Wittwer do with the corridor joining the set of the project? Even the sensitivity for the type of gross and manufacturing work detail is also an advancement of what Neo-Brutalism would take on over and over. And if the highest aspiration of Neo-Brutalists was to “reach emotional relationships with gross material” , Hannes-Wittwer work does not seem to have any other accomplishment: the adjustment employed to join concrete, steel, glass, and brick structures of manufacturing units, in perfect harmony with the fir forest and the lake. A 1928 work had reached the ideal that was so difficult to find among the works of a movement born a quarter of a century afterwards, which not only would dominate the scene the following 25 years, but also today we find that some of its aspirations are considered by many people as a sine qua non condition of good architecture, acting almost as fetish of these times. Because a part of the Neo-Brutalist aesthetic (because we do not believe that we aspire to its ethic, particularly if we share Reyner Banham doubt) is currently followed by many who ignore that they follow a tradition commenced by Meyer-Wittwer work: in 1928, Le Corbusier still had not started to use gross material, a practice that Neo-Brutalists would take as conscious inspiration.


Meyer-Wittwer school never had the recognition it deserved, not only because of the blindness of theorists and historians (although if we follow Arnold Schönberg words in his discussion with Mann and Adorno, we should never expect it), but because its history was as tragic as the history of European 20th Century. Three years after its inauguration, it was confiscated by Nazi Government which used it as SS training facility. After the war, it was used by the today extinct German Democratic Republic for secret use, and after the German reunification it reappeared (not without a timely stopped intention of demolition) and today we can aspire to find a fair valuation to its historical and architectural values.



Translated by Josefina Lasheras


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