Por Diario La Nación
Durante la última década muchos matrimonios jóvenes decidieron buscar tranquilidad y seguridad en los barrios cerrados, lejos de la ciudad. Aparecieron entonces arquitecturas que dejaban de lado los estereotipos del chalet (como el ladrillo visto y los techos con muchas pendientes), para convertirse en verdaderos hitos dentro del paisaje uniforme, muchas veces inhóspito.
En 2001, en el barrio cerrado Club de Campo, Moreno, los estudios asociados del arquitecto Oscar Fuentes y de las arquitectas Mariana Warden y Paz Castillo construyeron una casa de 240 m2, que se suma a esta corriente modernizadora resolviendo, además, otros aspectos tan importantes como el estético: la escala de los espacios; su relación con el terreno y entorno; el replanteo del carácter de lo privado .
Las necesidades del matrimonio eran simples: se ampliaría la familia, suponiéndose también una actividad social muy intensa, durante un largo plazo. Lo particular del caso radicó, según explicaron los autores, en que ambas partes deseaban elaborar, además de lo estrictamente funcional, un producto con valor agregado.
La inversión quiso que el lenguaje fuera simple, claro y, por sobre todo, ligero:
"El primer problema por abordar fue el de la apropiación del terreno, dado que el carácter parcelario de los nuevos barrios de la provincia de Buenos Aires es generalmente sin vegetación y con una infraestructura de gran crudeza", explicaron los autores.
Espacios intermedios
La solución al problema del panóptico, de poder ver y no ser visto, se resolvió graduando la transparencia de la envolvente, y se reforzó con la disposición de espacios interiores y exteriores intercalados, a modo de fuelle. Estos, a su vez, se relacionan con el espacio circundante por medio de otros lugares, delimitados parcialmente por la prolongación de muros y cubiertas al exterior.
El partido en L, por ejemplo, contiene un espacio virtual que media con el vacío del entorno; además, el volumen paralelo al frente (con la cocina, el garaje semicubierto y el área de servicio) es más compacto que el perpendicular (que incluye la escalera suelta en el estar de doble altura).
Los muros y las cubiertas, que parecen planos de revoque y madera, envuelven la caja de vidrio y se proyectan hacia el exterior formando pliegues, para contener expansiones semicubiertas (en el estar), o patios apenas sugeridos (como la situación del ingreso, que una vez transpuesto ofrece una visión franca de la escalera y del estar de doble altura).
Permeabilidad visual
La sucesión de espacios contenidos, amigables y con distintos grados de permeabilidad visual, permite gozar de los interiores y exteriores, sin que el usuario quede completamente expuesto. "Frente a esta cuestión, la estrategia fue cualificar el vacío definiendo diferentes espacios exteriores mediante paredes, techos y la disposición general de los cuerpos de la casa que tratan de generar situaciones intermedias de transición con el espacio interior: el patio de acceso, la expansión del estar, el espacio pasante de la cocina y el quincho, las galerías", afirman los arquitectos.
Al acercarse por la calle también se advierte la dualidad de la casa que, retirada del frente y despegada de las líneas medianeras (respetando los retiros obligatorios), casi no deja ver lo que ocurre en el interior del lote, que capta todo el sol del día.
En la planta baja del volumen que mira a la calle se ubicaron la cocina y la dependencia de servicio, separadas por el quincho-garaje semicubierto. El revestimiento exterior marca el basamento con listones horizontales de madera, que se intercalan a modo de ranuras para crear un sutil efecto tamiz. A un costado, se advierte el patio de acceso, limitado por un muro revocado y con el mismo tipo de ranuras.
En el piso alto de este volumen se dispusieron el dormitorio principal y dos dormitorios secundarios con amplios ventanales (conectados con una tira de sanitarios), y el escritorio en un extremo (mirando al patio de acceso), próximo a la caja de escaleras.
En el terreno, los paramentos forman muros y nichos desplazados que imprimen dinamismo a la planta, más cerrada hacia el frente y abierta a un patio, que incluirá una pileta y vegetación en una segunda etapa.
La búsqueda de la mejor orientación de cada cuerpo de la casa refuerza esta estrategia al darles a los espacios distintas direcciones y jerarquías: el volumen superior de dormitorios hacia el Este; el estar hacia el Norte protegido del Oeste por un parasol suspendido; la cocina y el quincho dominando el uso del jardín; el estudio hacia el Sur, sobre el patio de acceso.
El espacio interior se organiza a través de la doble altura del acceso con la escalera, lugar de encuentro de los tres niveles diferentes de la cubierta y de los cuerpos principales de la vivienda.
Efecto multiplicador
Otras facetas de un programa típico
La vivienda de 240 m2 se desarrolló sobre un terreno de 22 m de frente por 45 m de fondo. El programa satisface las necesidades de una familia tipo: dos dormitorios y un baño para niños; un dormitorio en suite con vestidor; un estudio; un estar comedor; toilette; cocina con comedor diario; garaje, y una dependencia de servicio con baño.
Como los clientes pidieron un gran espacio de uso social, los arquitectos previeron la unificación de la cocina y el garaje abriendo por completo la carpintería que los separa, para que funcione eventualmente como quincho.
Las decisiones constructivas y de terminaciones jugaron un papel importante a la hora de definir las continuidades entre el interior y el exterior, que en ciertos casos desdibujan los límites de la casa.
De acuerdo con el valor agregado
Luego de conocer otra casa proyectada por uno de los estudios en un barrio cerrado vecino, los propietarios alentaron a los estudios asociados del arquitecto Oscar Fuentes y de las arquitectas Mariana Warden y Paz Castillo a explorar nuevas soluciones para un tema aparentemente inagotable.
"El diseño se resolvió luego de sucesivas reuniones con los clientes, donde pudieron apreciar nuestras propuestas por medio de maquetas y perspectivas que transmitían bien el espíritu de la obra", aclararon.
En función de las necesidades del cliente y como respuesta a la situación de implantación en el terreno de 22 m de frente por 45 m de fondo, se crearon espacios amplios y ligados al entorno, que generan situaciones intermedias como patios y galerías, o que se cierran con paramentos más o menos perforados, permitiendo ver a través si el observador está cerca, o que se vuelven más ciegos, si está lejos.
*En Diario La Nación, Mayo 2003.
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