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Foto del escritorOscar Fuentes Arquitectos

Jaque al código: Edificio en Villa Urquiza

Actualizado: 22 ene 2021

Por Oscar Fuentes


Detrás del lenguaje técnico y supuestamente neutro de las normas se esconden prefiguraciones acerca de cuáles serán las tipologías edilicias con las que se construirá la ciudad a la que ese código afecta. A lo largo del siglo XX no sólo ha caído la calidad de la construcción –recordemos el efecto causado por el pasaje de la normativa de la Casa de Renta a la Propiedad Horizontal– sino que además se produjo una reducción y empobrecimiento de las opciones tipológicas con las que la ciudad es construida. Este hecho es provocado no solo por la especulación inmobiliaria, sino por los diferentes códigos que fueron restringiendo las opciones a unas pocas. Basta recordar algunos de los mejores edificios construidos en la ciudad, donde los espacios públicos constituyen una parte central del proyecto –y uso el término públicos en lugar de comunes, para mostrar el verdadero carácter que tienen estos espacios dentro de los edificios de unidades colectivas– para comprender lo que hemos perdido. El edificio de Chacabuco 78, de Julián García Nuñez, o el conjunto Juan XXIII, de Morea-Molinos-Morea –por citar solo dos ejemplos– muestran como el espacio público de los edificios puede ser una oportunidad para crear espacios de gran calidad, que las normativas actuales castigan.

La experiencia de ingresar a los edificios de vivienda se ha ido empobreciendo, y hoy es común que el acceso se reduzca a un cubículo oscuro, que oficia de transición entre la circulación vertical y los espacios privados. Solo en la planta baja el espacio público de los edificios tiene alguna consideración del Código que premia a quienes proponen algo que exceda los metros mínimos de circulación.

Este comentario sirve de comienzo a esta memoria, porque el proyecto en cuestión debe lidiar con las fuertes restricciones que afectan a una mínima parcela de esquina del barrio de Villa Urquiza, parcela típica en cuanto a su tamaño en la ciudad de Buenos Aires. Las restricciones comienzan por el castigo que sufren en el Código vigentes las parcelas de la esquina, que a pesar de tener el mejor desarrollo de fachada para iluminar sus unidades, son las que reciben el menor potencial constructivo. Otra restricción que afecta al proyecto se origina en el hecho de que, al no ser el típico edificio de plantas repetidas, las normas de incendio no lo contemplan, con lo cual todos los metros destinados a escalera le serían computados (si fuera afectado por dichas normas de incendio, esos metros no se le computarían). Y finalmente, la necesidad de generar un costo de operatividad mínimo hace que no se le coloque ascensor, lo que plantea a su vez la importancia de la escalera en el acceso al edificio.

Es así que se aprovecha uno de los pocos “premios” que tiene la codificación, aquel que permite no computar los metros construidos por debajo de la cota 3.5m, si se cumplen algunas condiciones. De allí que la escalera por debajo de esta cota sea inusualmente amplia para un edificio de su tamaño, amplitud que permite colocar escaleras a contrapendiente de la principal que hacen posible el acceso a los departamentos del primer piso. El acceso a los restantes departamentos es construido con las medidas mínimas, teniendo de esta manera una abertura hacia el espacio de la escalera principal que determina la cualidad más característica de este hall. El acceso a los departamentos del último piso se realiza a través de escaleras individuales que conectan el tercer piso del edificio –piso de los livings de estas unidades– con el segundo, último nivel de la circulación pública del edificio.

Todas estas características se ven tanto en el corte trasversal como, especialmente, en el longitudinal. El tratamiento de las escaleras hace que operen tanto por positivo como por negativo: la parte inferior de las escaleras determina por un lado el carácter de este hall, y por el otro, algunos espacios interiores de las unidades que se ven favorecidos por situaciones particulares en cuanto a su ubicación. Ambas fachadas del edificio son transparentes tanto a la organización de las viviendas (donde se superponen dos niveles de unidades en dúplex) como al corte transversal. La fachada sobre la calle Colodrero marca la repetición de las unidades, y la de la calle Quesada, la alteración dada tanto por las unidades de esquina como por el espacio interior del hall. Pero la diferencia de los distintos niveles del edificio (donde debido a las restricciones, cada piso va siendo horadado para no exceder los metros mínimos reglamentarios) le da al volumen un carácter de masa excavada. La estructura de hormigón armado como tratamiento único para la fachada refuerza ese carácter.

El planteo del edificio es una opción de vivienda económica ubicada en el tejido de la ciudad, pero finalmente, tras los últimos cambios que ha sufrido el Código de Edificación, hoy no sería posible construir esta obra.


*En Revista Summa+ número 71, 2005, p. 84-85.

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